La Escalera Un carpintero que todos los días iba a rezar a la montaña, se puso un día a construir una escalera para poder subir por la montaña más rápido y poder estar cerca de Dios. Pasó un vecino, vio lo que estaba haciendo y le dijo: si me regalas un pequeño pedazo, a mí me servirá mucho y a tu obra casi no le perjudicará, ¿pudieras regalarme un tramo de tu escalera? El carpintero se rascó la cabeza y se lo dio. El vecino se lo agradeció y se fue contento. Después vino otra persona y le explicó que, permitiéndole usar unos peldaños, trabajaría y alimentaría a sus hijos. El carpintero accedió y le regaló unos peldaños. El hombre se retiró contento y agradecido. El carpintero continuó trabajando en su obra. Pasó por allí una pobre mujer y le pidió que le regalara un pedazo de madera, ya que era urgente arreglar una pared de su casa por la que se colaba el viento. El carpintero accedió. La mujer se alejó contenta y agradecida. Vinieron muchos más y el carpintero seguía accediendo. El invierno era duro, la miseria muy grande y el carpintero daba a todos pedazos de su escalera, aun para quemarlos como leña. Y decía: - "No comprendo, mujer. Mi escalera es cada vez más chica y, sin embargo, ¡me siento cada día más cerca del cielo!"
EL MERCADER Y LOS CAMELLOS Cuenta una historia árabe, que un rico mercader salió a vender mercancías en compañía de sus servidores y con una caravana de 12 camellos. De noche pararon en un oasis, y cuando el señor ya estaba listo para dormir, llegó su asistente y le dijo: - Señor, tenemos un problema: ya hemos amarrado 11 camellos pero olvidamos traer una estaca y no sabemos qué hacer con el que nos falta. - Muy sencillo, dijo el mercader: simula delante del animal que clavas la estaca y lo amarras a ella. El camello, que es torpe, creerá que está sujeto y se quedará quieto. Los servidores hicieron lo que dijo su señor y se fueron a dormir. Al amanecer vieron que todos los camellos estaban en su lugar. Fue de nuevo el asistente y le dijo al comerciante que tenían los camellos listos para partir, pero no podían poner en camino al camello número 12. El señor les dijo que simularan desatarlo porque creía que estaba amarrado. Así se hizo y la caravana pudo proseguir su camino. (Autor desconocido) ¿Cuántos lazos mentales nos frenan? “Si piensas que estás vencido, ya lo estás”
Venciendo el desánimoEl gran auto de lujo paró delante del pequeño escritorio a la entrada del cementerio y el chofer, uniformado, se dirigió al vigía. - ¿Usted puede acompañarme, por favor? Es que mi patrona está enferma y no puede andar, explicó. Quiere tener la bondad de venir a hablar con ella? Una señora de edad, cuyos ojos en el fondo no podían ocultar el profundo sufrimiento, esperaba en el auto. - Soy la Sra. Adams, le dijo. - En estos últimos dos años mandé cinco dólares por semana... - Para las flores, recordó el vigía. - Justamente. Para que fuesen colocadas en la sepultura de mi hijo. - Vine aquí hoy, dijo un tanto consternada, por que los médicos me avisaron que tengo poco tiempo de vida. Entonces quise venir hasta aquí para una última visita y para agradecerle. El funcionario tuvo un momento de excitación, mas después habló con delicadeza: - Sabe, mi señora, yo siempre lamenté que continuase mandando el dinero para las flores. - ¿Como es eso? Preguntó la dama. - Es que... la señora sabe... las flores duran tan poco tiempo... - Y al final, aquí, nadie ve... - ¿El señor sabe lo que está diciendo? Retrucó la señora Adams. - Sí, sí señora. Pertenezco a una asociación de servicio social, cuyos miembros visitan los hospitales y los asilos. - Allá si, que las flores, hacen mucha falta... - Los internados pueden verlas y apreciar su perfume. La señora quedó en silencio por algunos momentos. Después sin decir palabra, hizo una seña a su chofer para que partiesen. Meses después, el vigía fue sorprendido por otra visita. Doblemente sorprendido por que, esta vez, era la propia señora Adams quien venía manejando el auto. - Ahora soy yo misma quien lleva las flores a los enfermos, le explicó, con una sonrisa muy amable. Usted tenía razón, los enfermos se sienten radiantes y hacen que yo me sienta muy feliz. - Los médicos no saben la razón de mi cura, pero yo si sé. - Es que encontré motivos para vivir. No me olvidé de mi hijo, al contrario, entrego las flores en su nombre y eso me da fuerzas. La Sra. Adams descubrió lo que casi todos ignoramos, pero que muchas veces olvidamos. Ayudando a otros, conseguirá ayudarse a usted mismo. ¡Claro! La opción, es siempre suya...
HISTORIA DE UN SAMURAI
Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que
se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la
leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos,
apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación:
Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de
una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos,
contraatacaba con velocidad fulminante.
El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la
reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama.
Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el
viejo acepto el desafío. Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad y
el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su
dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos
-ofendiendo incluso a sus ancestros-.
Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció
impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el
impetuoso guerrero se retiró.
Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos
y provocaciones, los alumnos le preguntaron: -¿Cómo pudiste, maestro,
soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo
que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de
todos nosotros? El maestro les preguntó: -Si alguien llega hasta
ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el
obsequio? -A quien intentó entregarlo- respondió uno de los alumnos.
- Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-.
Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.
Comentario:
Es importante traer a colación que una de las enseñanzas mas fuertes de Jesús fué, el poner siempre la otra mejilla, soportar el dolor, la humillación, el sufrimiento y siempre, siempre tener un corazón que confía en Dios y espera su Justicia divina.
Como lo enseñó Jesús, esta historia nos muestra la importancia de no hacer caso de los insultos, mas bien, a pedir a Dios por aquellos que nos maltratan, y no perder el tiempo hablando de quienes nos critican, sino usar ese tiempo para rogar a Dios por ellos, y pagar el mal con bien.
Amémonos como Dios nos lo enseñó
Cerrando círculos – Paulo Coelho
Siempre es preciso saber cuando se acaba una etapa de la vida si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o capítulos. Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó con su trabajo? ¿Se acabó una relación? ¿Ya no vive más en esa casa? ¿Debe irse de viaje? ¿La amistad se acabó? Puede pasarse mucho tiempo de su presente “revolcándose” en los porqués. En devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cuál hecho. El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanos, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja a terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir adelante. No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué.
Lo que sucedió, sucedió y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. No. ¡Los hechos pasan y hayque dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar casa, romper papeles, tirar documentos, vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación.
Dejar ir, soltar desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No esperen que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que alguna vez se den cuenta de quién es usted. Suelte el resentimiento, el prender “su televisor persona” para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo. La vida está para ir adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas” por síacaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de “regresar” (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron...¡si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! Si no, déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón en esa habitación., en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque cuando usted vino a este mundo “llegó” sin el adhesivo, por lo tanto es “costumbre” vivir pegado a él y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico hoy le duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente, se puede lograr porque, le repito, nada ni nadie es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero...cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda. Suelte. Hay palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad,
¡Esa es la VIDA!.
10 Leyes naturales de la vida +
Las leyes naturales, como la gravedad, son patrones fundamentales de la naturaleza y la vida. Describen las cosas como son en realidad, en oposición a como uno piensa que son en realidad, a como uno piensa que son o cómo desearía que fueran.
Obedecerlas puede ayudar a las personas a ganar control sobre su vida, mejorar sus relaciones, elevar su productividad personal y experimentar la paz interior.
Ley 1. Se controla la vida al controlar el tiempo.
Controlar la vida significa controlar el tiempo, y esto último significa controlar los eventos que ocurren en la vida. El verdadero punto es: ¿qué eventos puedo controlar? Enfocarse en el control de los eventos de la vida constituye toda la diferencia.
Ley 2. Los valores que gobiernan la vida son la base del éxito personal y de la satisfacción.
Cada persona vive de acuerdo con un conjunto único de valores rectores. Estos valores son las cosas más importantes para uno. Son representados por las respuestas más claras que es posible dar a tales preguntas: ¿Cuáles son las principales prioridades en mi vida? Y de estas prioridades, ¿cuáles tienen mayor valor?
Ley 3. Cuando las actividades cotidianas reflejan los valores rectores, se experimenta una paz interna.
A medida que alguien concentra su tiempo y energía en alcanzar tareas que tienen verdadero significado en la vida, la persona es cada vez más productiva y alcanza una paz interior: una sensación de paz y unidad.
Ley 4. Para alcanzar cualquier meta significativa, es preciso salir de la zona de comodidad.
A veces se desarrollan zonas de comodidad mentales, emocionales, sociales o psicológicas. Salir de la zona de comodidad requiere esfuerzo y compromiso.
Ley 5. La planeación diaria aprovecha el tiempo mediante un aumento en el enfoque.
El costo es pequeño: sólo diez a quince minutos al día, pero se disfrutarán muchos beneficios a lo largo del día, como tareas definidas con claridad con fechas límite, aumento del enfoque en las tareas más importantes, pasar menos tiempo entre proyectos, y un sentido mayor de logro al final del día.
Ley 6. La conducta es un reflejo de lo que se cree en realidad.
La creencia refleja lo que se cree en realidad, y si la conducta no parece reflejar una creencia afirmada de manera consciente, se deberá mirar con cuidado las creencias en conflicto.
Ley 7. Se satisfacen las necesidades cuando las creencias concuerdan con la realidad.
¿Cómo es posible decir que una creencia, actitud u opinión sea correcta? Si los resultados de la conducta cumplen con una o más necesidades básicas, quizá se tenga una creencia correcta. A la inversa, si los resultados no cumplen con las necesidades, se podrá estar bastante seguro de que la creencia es incorrecta.
Ley 8. Las conductas negativas son superadas al cambiar las creencias incorrectas.
Las creencias incorrectas producirán conductas negativas y de derrota en uno mismo. La conducta negativa muchas veces es resultado de tratar de cumplir las necesidades de la vida con creencias incorrectas o inapropiadas.
Ley 9. La estima de uno mismo debe venir en último término, del interior.
Si se cree que el valor propio depende de la aprobación de los demás, es posible que la persona se encuentre actuando en sentido contrario a sus valores más profundos. Sólo cuando se vive de acuerdo con los propios valores se encontrará la estima de uno mismo y la satisfacción que proviene del interior.
Ley 10. Dar más y se tendrá más.
Cuando alguien tiene un exceso de algo: riqueza, talento, conocimiento, capacidad, experiencia; se tiene la obligación de compartir ese exceso con los demás, de modo que constituya una diferencia. Si todos nos condujéramos de ese modo, la mayoría de los problemas del mundo se podrían resolver.
Ángeles en el callejón
Ana, una joven estudiante cristiana de la universidad, estaba en casa por
el verano. Fue a visitar algunos amigos en la noche y por quedarse
platicando se le hizo muy tarde, más de lo que había planeado, así que
tuvo que caminar sola a su casa. No tenía miedo porque vivía en una ciudad
pequeña y vivía a solo unas cuantas cuadras del lugar. Mientras caminaba a
su casa oró a Dios que la mantuviera a salvo de cualquier mal o peligro.
Cuando llegó al callejón que le servía como atajo para llegar más pronto a
su casa decidió tomarlo, sin embargo cuando iba a la mitad, notó a un
hombre parado al final del callejón y se veía como que estaba esperando
por ella.
Ana se puso nerviosa y empezó a rezar a Dios por protección. Al instante
un sentimiento de tranquilidad y seguridad la envolvió, sintió como si
alguien estuviera caminando con ella; llegó al final del callejón y caminó
justo enfrente del hombre y llegó bien a su casa.
Al siguiente día, leyó en el periódico que una joven había sido violada en
aquel mismo callejón unos 20 minutos después de que ella había pasado por
ahí.
La joven dio gracias a Dios por haberla cuidado y le rogó que ayudara a la
otra joven. Decidió ir a la estación de policía, pensó que podría
reconocer al hombre y les dijo su historia. El policía le preguntó si
estaría dispuesta a identificar al hombre que vio la noche anterior en el
callejón, ella accedió y sin dudar reconoció al hombre en cuestión.
Cuando el hombre supo que había sido identificado, se rindió y confeso.
El policía agradeció a Ana por su valentía y le preguntó si había algo que
pudieran hacer por ella, y ella le pidió que le preguntaran al hombre
porque no la atacó a ella cuando pasó por el mismo callejón; cuando el
policía le preguntó al hombre él contestó: "Porque ella no estaba sola,
habían dos hombres altos caminando uno a cada lado de ella".
Así que... ¡¡¡no subestimes el poder de una oración!!!
Las Nueve Vacas
Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el mundo, y
andaban todo el tiempo juntos. Así que, esperaban la llegada a cada puerto
para bajar a tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse. Un día
llegan a una isla perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al pueblo
para aprovechar las pocas horas que iban a permanecer en tierra.
En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño
río lavando ropa.
Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere
conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa
mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo
seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.
Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a
hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres. Cómo se llama, qué
es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la
isla.
La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa,
hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le
impiden hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de
casarse con ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es
el jefe o patriarca del pueblo.
El hombre la mira y le dice: "Está bien. LLévame ante tu padre. Quiero
casarme con vos".
El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma,
un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice:
"Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo.
Para qué tomarse tanto trabajo?".
El hombre le responde: "No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero
ver a su padre para pedir su mano".
Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo:
"Vos estás loco?", "Qué le viste?", "Qué te pasó?", "Seguro que no tomaste
nada?" y cosas por el estilo.
Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta
el encuentro con el patriarca de la aldea.
El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía
a manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la
tribu lo escucha y le dice que en esa aldea la costubre era pagar una dote
por la mujer que se elegía para casarse.
Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según
las bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se
debía pagar 9 vacas, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran
excelentes cuidando los niños, que costaban 8 vacas, y así disminuía el
valor de la dote al tener menos virtudes.
El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una
que vió lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no
ser tan agraciada, le podría costar 3 vacas.
"Está bien" respondió el hombre, "me quedo con la mujer que elegí y pago
por ella nueve vacas".
El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: "Ud. no entiende. La mujer
que eligió cuesta tres vacas, mis otras hijas, más jovenes, cuestan nueve
vacas"
"Entiendo muy bien", respondió nuevamente el hombre, "me quedo con la
mujer que elegí y pago por ella nueve vacas".
Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un
loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que
iba a realizarse lo antes posible.
El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido
de repente, que se había enfermado, que se había contiagiado una rara
fiebre tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a
terminar en unas pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría
en una perdida islita de Pacífico.
Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer
nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente, partió en
el barco, dejando en esa isla a su amigo de toda la vida.
El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de
los barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se
preguntaba: qué estaría haciendo?, cómo sería su vida?, viviría aún?.
Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años
atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por
verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.
Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar
apurado hacia el pueblo.
Donde estaría su amigo?, Seguiría en la isla?, Se habría acostumbrado a
esa vida o tal vez se habría ido en otro barco?.
De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando
por la playa, en un espectáculo magnífico.
Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima.
Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta
los retribuía con pétalos y guirnaldas.
El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se
perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo.
Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos
buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo.
El marinero no paraba de preguntar: Y cómo te fue?, Te acostumbraste a
vivir aquí?, Te gusta esta vida?, No querés volver?. Finalmente se anima a
preguntarle: Y como está tu esposa?.
Al escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: "Muy bien, espléndida. Es
más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa
que festejaba su cumpleaños".
El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años
atrás encontraron lavando ropa, pregunto: "Entonces, te separaste?, No es
misma mujer que yo conocí, no es cierto?.
"Si" dijo su amigo, "es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace
años atrás".
"Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, cómo puede ser?",
preguntó el marinero.
"Muy sencillo" respondió su amigo. "Me pidieron de dote 3 vacas por ella,
y ella creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella nueve vacas, la
traté y consideré siempre como una mujer de nueve vacas. La amé como a una
mujer de nueve vacas. Y ella se transformó en una mujer de nueve vacas".
Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos
cambios impensados....
ENSEÑAR NO ES TRANSFERIR CONOCIMIENTOS
Un homenaje al pensamiento de Paulo Freire
Lic. Hugo Sánchez Morales
* LA CURIOSIDAD EDUCADA
Aprender fue primero que enseñar. Enseñar correctamente es crear condiciones para producir conocimiento nuevo. El que enseña aprende, y también, quien aprende enseña. Enseñar no existe sin aprender.
Nuestro conocimiento es incompleto, inacabado y debemos aprender permanentemente. Al reconocer esto nos volvemos educables. Lo que nos hace educables no es la educación, sino reconocer lo inconcluso de nuestro conocimiento.
Al comparar, repetir, dudar, curiosear, experimentar, las personas desarrollamos la fuerza creadora del aprendizaje, nos hacemos curiosos y críticos. Comenzamos a aprender críticamente, lo que incluye aprender a pensar correctamente.
Debemos aprender lo que ya existe pero también trabajar en la producción del conocimiento que no existe. Sabemos que ignoramos y también que conocemos. Se puede aprender lo que ignoramos y conocer mejor lo que ya sabemos. Al aceptar tanto nuestra limitación como nuestra capacidad nos abrimos al diálogo, al aprendizaje, no le tememos.
La ignorancia ayuda en la búsqueda del saber, y por eso el que enseña debe tener la humildad de revelar su propio desconocimiento. Pensar correctamente es difícil porque requiere vivir la humildad que nos hace reconocer nuestros propios errores y la transformación que venimos sufriendo. Es por eso que la enseñanza no existe sin la investigación, y viceversa. Se enseña porque buscamos, pero al buscar intervenimos y al intervenir, educamos y nos educamos. Todos tenemos curiosidad innata, pero se puede aprender a ser curiosos con método. Una curiosidad educada se vuelve crítica, y esto es una Condiciónindis pensable para la creatividad. Hay que cultivar la curiosidad, no maniatarla.
Sin curiosidad no hay aprendizaje ni enseñanza verdaderos. En el lugar de aprendizaje hay que lograr que las mentes estén en movimiento. Se requiere una postura activa tanto al escuchar como al hablar. En el buen aprendizaje las mentes se cansan, no se aburren.
Al investigar aparece lo nuevo, que no debe ser aceptado o rechazado simplemente por ser nuevo. Tampoco el conocimiento anterior, que sigue vigente y válido, envejece, sino que continúa siendo nuevo. Se aprende a pensar correctamente reflexionando sobre la práctica de una manera crítica. Eso es lo que permite mejorar esa práctica. Al evaluar nuestra práctica constantemente, al indagar y dudar se va desarrollando nuestro buen juicio.
Antes de discutir sobre técnicas, métodos y materiales de una enseñanza dinámica hay que saber que la base de todo es la curiosidad del ser humano.
En el proceso de investigar, de experimentar para mejorar, hay que asumir los cambios con principios éticos. Pensar correctamente es hacer correctamente. Esto incluye el valor del ejemplo del que enseña, sin el cuál poco o nada valen sus palabras.
La percepción que se lleva el que aprende del que enseña no solo depende de la actuación de quien enseña, sino de cómo el que aprende entiende esa actuación. Es por eso que la presencia del que enseña no puede pasar inadvertida al que aprende. El que enseña tiene la obligación de revelar al que aprende cómo analiza, como compara, como decide, como opta, cómo hace justicia y cómo no falta a la verdad. El testimonio de quien enseña tiene que ser, por eso mismo, ético.
Al imponernos el esfuerzo de reducir la brecha entre lo que hacemos y lo que decimos vamos construyendo esas cualidades en nosotros mismos. Este esfuerzo conduce a una virtud indispensable en alguien que piensa correctamente: la coherencia.
* SABER ESCUCHAR PARA PODER HABLAR
En la comunicación entre el que enseña y el que aprende se busca que el que aprende produzca su comprensión de lo que viene siendo comunicado. Esta comunicación es esencial para poder entender.
La comunicación entre el que enseña y los que aprenden ocurre en un grupo social, en donde tiene gran importancia lo informal, las emociones, la afectividad y el testimonio.
Una parte esencial de la comunicación es saber escuchar. Solo escuchando paciente y críticamente al otro es que se habla con él. Al aprender a escuchar para hablar dejamos de hablar impositivamente. El que enseña debe aprender a convertir su discurso (a veces necesario) al que aprende, en un habla con él.
Este proceso de saber hablar y escuchar es imprescindible en una educación que estimula el diálogo.
Quien tiene algo que decir tiene el deber y el derecho de decirlo. Pero también tiene que saber, sin sombra de duda, que no es el único que tiene algo que decir, y que por muy importante que sea lo que tiene que decir, no es necesariamente la verdad esperada por todos. Si no escucha lo que otros tienen que decir, termina agotando su propia capacidad de decir.
Es por eso que quien tiene algo que decir debe desafiar a quien escucha a que diga, hable, responda. Si el que enseña no hace esto, su habla se da en un espacio silenciado. Por el contrario, cuando el que enseña estimula el diálogo aprende a hablar escuchando. Al escuchar al que aprende en sus dudas y su incompetencia temporal, aprende a hablar con él.
En el proceso de aprender a pensar correctamente hay que respetar lo que sabe el que aprende, aprovechar la experiencia que ha vivido y discutir con ellos cómo se relaciona esta experiencia con el contenido que estamos tratando de aprender. Al respetar al que aprende, su timidez y su curiosidad, se cultiva la humildad y la tolerancia en el que enseña.
Si no se respeta como entiende al mundo el que aprende, si no se le escucha, si no se le habla, el papel del que enseña se reduce a depositar comunicados. Al respetar la lectura que hace del mundo el que aprende se debe de tomar como punto de partida para el desarrollo de la curiosidad como uno de los impulsores fundamentales del conocimiento humano.
El que enseña no puede conocer por el que aprende. Lo que puede hacer el que enseña es mostrar al que aprende cierto contenido y desafiarlo que se vaya percibiendo a sí mismo en su práctica como alguien capaz de saber mediante el aprendizaje.
* ENSEÑAR NO ES TRANSMITIR CONOCIMIENTOS
Enseñar no se hace sólo de ciencia y técnica. Se requieren otras cosas, como respeto, tolerancia, humildad, el gusto por la alegría y la vida, la apertura a lo nuevo, la disponibilidad al cambio, la perseverancia, el rechazo a los fatalismos, la identificación con la esperanza y la apertura a la justicia.
Enseñar no es transferir conocimientos, y aprender no es repetir la lección dada. Hay que experimentar, comprobar y construir para cambiar y mejorar. El que aprende es el propio artífice de su formación, con la ayuda del que enseña. Esto requiere ante todo respeto tanto a la persona que quiera cambiar como a la que no lo quiera.
Al enseñar hay que estar dispuesto a aceptar lo diferente. A pensar que podemos influir en el futuro y no creer que debemos esperar algo inexorable. Aquí juega un papel esencial la alegría en el aprender que genera la esperanza que nos permite luchar por un futuro mejor. Cambiar es difícil, pero es posible.
El que enseña también debe estar abierto al gusto de querer bien al que aprende, de apreciar la práctica educativa en la que participa. No le teme a ser afectivo, pero tampoco permite que la afectividad interfiera en el cumplimiento ético de su deber.
Enseñar es una experiencia alegre por naturaleza. La alegría no es enemiga del rigor. La alegría es parte del proceso de búsqueda, no sólo del encuentro con lo buscado.
El verdadero educador es un formador y no un mero adiestrador, transferidor de saberes o ejercitador de destrezas. El verdadero educador trabaja con los sueños y las utopías de los que aprenden. Trabaja con personas y no con cosas.
La verdadera autoridad del que enseña estimula el ejercicio de la libertad, apuesta a ella. La libertad se ejercita tomando decisiones y asumiendo las consecuencias de estas. Se aprende a decidir tomando decisiones. Tomar la decisión de asumir las consecuencias de nuestras decisiones es también parte del aprendizaje. Toda decisión trae consecuencias, esperadas o inesperadas. La decisión es un proceso responsable.
La educación es una toma consciente de decisiones. El verdadero educador apuesta por las mejoras, por la capacidad que tenemos de aprender a pensar correctamente. Se trata de una decisión que no es neutral. Por cumplir con ella lucharán hasta el cansancio. Pero esos educadores también apuestan a la libertad y es por ello que desarrollan su lucha respetando a toda prueba la voluntad del que aprende.
Dondequiera que existan personas siempre hay algo que hacer, que aprender y que enseñar.
*En palabras del educador brasileño Paulo Freire:
"De la misma manera que no puedo ser profesor sin sentirme capacitado para enseñar correctamente y bien los contenidos de mi disciplina, tampoco puedo reducir mi práctica docente a la mera enseñanza de los contenidos. Tan importante como la enseñanza de los contenidos es la decencia con que lo hago, en mi preparación científica expresada con humildad, sin arrogancia. Es el respeto nunca negado al educando, a su saber hecho experiencia, que busco superar junto a él. Es la coherencia entre lo que escribo, lo que digo y lo que hago."
Qué bellas palabras!
El verdadero valor de la amistad
Ninguna relación puede funcionar si no
aceptamos a las personas como realmente son en su vida pública.
Como
seres humanos tendemos a querer cambiar a los demás y hacerlos a
la
manera que a nosotros nos parecen que deben ser.
Es cierto que debemos ser una influencia positiva para los
demás; no hay
nada malo que imitemos lo bueno de ellos y que ellos, a su vez,
imiten
lo bueno de nosotros, pero los cambios que se realizan en una
persona
deben hacerse porque ella así lo desea y no por nuestro afán de
cambiarla.
Hay seres humanos que no tienen amigos, porque quieren que las
personas
con quienes se relacionan sean perfectas, pero, hasta donde se
sabe, aún
no nace la persona perfecta, solamente el ente perfecto es Dios.
Todos tenemos defectos. Muchos de nuestros defectos son
productos de la
herencia de nuestros padres y abuelos, la educación, el medio.
Cuando
una persona confía en nosotros y nos demuestra su afecto,
debemos ver lo
positivo que hay en ella y la oportunidad de enriquecernos
aprendiendo
de sus virtudes y aceptándola con sus defectos, que son muchos.
Muchas de las grandes amistades que han existido se han formado
entre
personas totalmente diferentes tanto en carácter como en
pensamiento, y
muy diferentes entre sí. El cine y la televisión, a través de su
historia, han creado a los personajes de muchas de sus series
basados en
este simple principio.
Es importante entender que todos somos diferentes y que la
verdadera
amistad consiste en armonizar nuestras diferencia y apreciar más
a fondo
lo mejor de nuestros amigos, aceptando aquello que no es
placentero,
pero que forma parte de su carácter y personalidad.
La lealtad es quizás la característica, por excelencia, de una
buena
amistad. Algunas veces, por trabajo, estudios u otras
preocupaciones, no
es posible muchas veces ver a los amigos con la frecuencia que
quisiéramos. Llamar a nuestros amigos por lo menos para
saludarlos ó
escribirles, y saber cómo están tanto de salud como por su
familia, es
una forma de lealtad; obviamente olvidarnos de ellos es una
deslealtad
de nuestra parte.
Quizás la forma clásica de demostrar lealtad hacia nuestros
amigos, es
impedir a toda costa que otras personas hablen mal de nuestros
amigos,
cuando no están presentes y no se pueden defender de ese ataque.
Esto no
es fácil. Es necesario armarse de valor para decirle a quien
habla mal,
que se detenga en ese momento, y que si tiene que decir algo de
nuestro
amigo ó amiga, que lo diga de frente a las personas que insultó.
También se demuestra la lealtad estando con nuestros amigos ó
amigas en
las buenas ó en las malas. Especialmente si están enfermas. Es
más, la
verdadera amistad se demuestra en los momentos de prueba, en los
momentos más difíciles.
Es muy común que cuando una persona vive en la prosperidad le
sobren
amigos. Esto es fácilmente observable entre los artistas de
cine, los
deportistas famosos, y otras personas que hacen vida pública y
ganan por
supuesto mucho dinero. Pero, ¿qué sucede cuando se acaba el
dinero? La
gran mayoría de los pseudo amigos desaparecen de la faz de la
tierra. En
una verdadera amistad no hay interés material, el único interés
que
prevalece es el que se tiene por la persona misma. Interés por
disfrutar
juntos lo positivo de la vida; interés por crecer juntos;
interés por
aprender juntos; interés por disfrutar de la compañía de los
amigos sin
importar si son ricos ó pobres, si te pueden dar algo ó no.
Muchas personas tienen amigos sólo para su beneficio propio. El
interés
genuino se manifiesta en las personas, no en las cosas
materiales.
Como amigos podemos sentir empatía y solidarizarnos
especialmente con el
sufrimiento de quienes queremos de verdad. Los verdaderos y
auténticos
amigos tienen la capacidad de entender y compartir los
problemas, los
sentimientos, las alegrías, en fin, las emociones en sí mismas,
pero sin
hacer juicios. Cualquier alegría es mucho más grande, cuando se
comparte
con alguien; cualquier tristeza es más llevadera cuando se puede
descargar en un amigo ó una amiga.
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